martes, 18 de marzo de 2014

“Llegué a Zirahuén buscando la sirena”

Entrevista con Berenice Granados, autora de la edición de La jícara y la sirena

Fue al mudarse a Morelia, tras casi diez años recopilando historias de tradición oral en distintas zonas del país, que Berenice Granados escuchó hablar de la sirena del lago de Zirahuén. Inmersa en una tesis sobre entidades femeninas, la maestra en Letras Mexicanas por la UNAM no dudó en acercarse a ella. “Así llegué a Zirahuén: buscando la sirena”.


Una de las ilustraciones de Ezekiel para La jícara y la sirena

Después de presentarse con las autoridades del pueblo de Zirahuén y lograr un primer contacto con los habitantes en la zona del muelle turístico, Berenice Granados llegó al barrio de pescadores.

“Supuse que los pescadores tendrían muchos relatos sobre la sirena, que era lo que a mí me interesaba trabajar. Y sí, efectivamente, el tema de la sirena (o el tema del lago o de la jícara) está siempre presente. Yo les preguntaba sobre sus historias de vida y en la conversación siempre terminaba saliendo el lago”.

En su investigación, Berenice Granados trata de hallar el sustrato prehispánico que queda en las historias sobre la que parece ser la única sirena de la zona lacustre de Michoacán.

A pesar de que la figura de la sirena responde a cánones occidentales (ya que, en Mesoamérica, las mujeres acuáticas tenían más bien rasgos de serpiente), la investigadora ha hallado en ella rasgos comunes con deidades prehispánicas, como la relación con el agua, la incesante búsqueda de víctimas o su fuerte carga sexual.

Además de la investigación, las conversaciones con los habitantes de Zirahuén llevaron a Berenice Granados a iniciar otro proyecto: La jícara y la sirena, el libro para niños publicado por ideazapato que incluye doce relatos sobre el encanto del lago.
  
¿Por qué hay siete narradores en La jícara y la sirena?

Son siete vecinos del pueblo de Zirahuén. De alguna manera, quería que se viera reflejado el trabajo en campo, las distintas voces de los narradores, de la gente que te va contando cosas. Cuando haces trabajo de campo, conoces a mucha, mucha gente que te cuenta cosas de lo más distintas. Entonces, es como ir haciendo una especie de tejido para encontrar un significado.

Y para mí también era muy importante que de alguna manera se viera reflejado ese ámbito oral que, de repente, como escritores o investigadores, dejamos de lado. Me interesaba que se leyera cómo habla la gente, tratar de transmitir esto. Y por esto fue que se presentó así.

Entre los distintos narradores, ¿te encontraste con versiones contradictorias?

Pues fíjate que no. Más bien se complementan las historias, como se puede ver en el librito. Al parecer, el lago se manifiesta en una jícara y también en una sirena, y ambas figuras tienen exactamente la misma función: atraer a los hombres, a las víctimas sacrificiales. Suena medio feo y medio fuerte para los niños pero, vaya, es el trasfondo de todo esto, la víctima es sacrificial.

¿Por qué decidiste proponer la creación de un libro para niños con esta temática?

Recuerdo que a mí me gustaban mucho estas historias como de terror y misterio. Y ahora es algo que suelo practicar con mis sobrinos: les cuento historias, leyendas y todo lo que encuentro en el trabajo de campo. Me gusta mucho cuando abren los ojos y se emocionan con estas historias. Y éste era también un poco el objetivo. A veces las historias para niños me parecen como muy ñoñas; yo quería una historia como las que hacen que mis sobrinos abran los ojos o las que me impedían dormir de niña. Que fuera más real el asunto.

De los distintos relatos que conforman La jícara y la sirena, ninguno habla de Eréndira, la princesa purépecha que terminó convertida en sirena tras un largo sufrimiento por amor. ¿Por qué no aparece esta historia en el libro?

La de Eréndira es una leyenda que enseñan sobre todo en las primarias. Esta leyenda fue extraída de un libro de un autor de finales del siglo xix, Eduardo Ruiz. Es una leyenda de corte romántico, con una princesa, Eréndira, que se enamora de un príncipe, Tanganxoan. Tanganxoan es un personaje histórico; Eréndira es más bien un personaje de ficción del mismo Eduardo Ruiz. Es una leyenda que se ha divulgado y, como aparece en un libro, los maestros la toman como la historia oficial del lago.

Por eso no la tomé. Sí, está presente, los niños de hecho se la aprenden y te la cuentan en el muelle turístico a cambio de unos pesos, pero cuando tú hablas con la gente mayor y preguntas por esta leyenda y si sus abuelos se la contaban, te dicen que no. O sea, es un elemento externo al lago de Zirahuén.

Los relatos de La jícara y la sirena forman parte de una investigación más amplia que estás realizando. ¿Con qué otras entidades estás trabajando y qué tienen en común con la sirena de Zirahuén?

Para mi tema de doctorado estoy trabajando con entidades femeninas, muchas de las cuales están vinculadas con el agua. Empecé con Xtabay, en Quintana Roo. Es una entidad que se aparece a los hombres, los lleva a los cenotes, los ahoga, los ahorca… Después de eso empecé a trabajar con la Llorona, que es una entidad que está íntimamente vinculada con el agua, los ríos, el llanto…

Lo que estoy rastreando son ciertos rasgos prehispánicos en este tipo de entidades que se reproducen en los circuitos orales de pueblos y comunidades. Cada una tiene rasgos característicos pero hay rasgos generales en los que coinciden: son entidades femeninas vinculadas con el agua, regularmente les gusta matar hombres (no mujeres), algunas de ellas están íntimamente vinculadas con la noche y con la luna llena… Tanto Xtabay como la Llorona sólo aparecen durante la noche; en el caso de la sirena no es así sino que más bien se la ve de día, pero los pescadores te dicen que es muchísimo más factible pescar en noche de luna llena.

¿Cómo se descubren los rasgos prehispánicos que tienen las entidades actuales?

Se puede hacer un trazado casi lineal, histórico, entre entidades femeninas prehispánicas y las entidades actuales. Es el caso de Xtabay, la cual está vinculada con dos deidades mayas. Una es Ixtab, que es la diosa de la cuerda; la otra es Tabay, una entidad de la casa.

Y la sirena, por otro lado, podría estar vinculada con Cueravaperi y Xaratanga. Al igual que la sirena, Xaratanga es una entidad muy vinculada con la sexualidad, como se puede observar en diferentes fuentes históricas, por ejemplo en la relación de Michoacán o en la relación del padre Ramírez, de 1540 una y de 1580 la otra.

Los sitios de culto eran muchas veces estos lagos, donde se echaban las víctimas sacrificiales para otorgarlas a la diosa. Estas diosas prehispánicas están vinculadas con lo agrícola y con un rasgo maternal muy marcado pero a la vez tienen una carga sexual bastante fuerte.

En el caso de la Llorona también se puede ver la relación: está vinculada con unas deidades llamadas cihuateteo, que son las mujeres muertas en el parto y, sobre todo, con Coatlicue, que es la diosa madre.

Creo que por ahí va la traza. Claro está, han pasado muchísimos siglos y se mezclan otras tradiciones, como las europeas. Pero centrándonos en la sirena podemos ver que hay otras sirenas presentes en las distintas tradiciones: entre los otomíes se les llama xumfo dejé, y se les lleva ofrendas a los manantiales, con una ritualidad mucho más explícita que en Zirahuén, donde ya se ha perdido la lengua purépecha. Entonces, por ahí va el trazado de todo esto, es donde quiero llegar. Y también a concluir que finalmente estas estructuras síquicas están presentes no sólo en México sino que hay figuras de este tipo en muchos otros lados: la Ondina, la Lorelei germana…

¿Hay sirenas en otros lagos de Michoacán?

Fíjate que no. Al principio pensé que si había sirena en Zirahuén a lo mejor en Pátzcuaro, por ejemplo, también habría otra. Pero no, no es así.

En Zacapu dicen que hay una dueña de los manantiales pero no he ido todavía a trabajar esa zona, voy a ir poquito a poco. También me han dicho que en la costa hay una parte, el faro de Bucerías, donde hay una sirena. Pero ya es zona nahua. Tampoco me he dado todavía una vuelta por allá. Pero en la zona lacustre (Pátzcuaro, Cuitzeo y demás), sólo existe la sirena de Zirahuén. 

Más información sobre La jícara y la sirena: https://www.kichink.com/buy/320419/ideazapato/la-jicara-y-la-sirena

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