viernes, 21 de febrero de 2014

La ardilla que soñó: un acuerdo entre el español y la lengua maya

Entrevista con Hilario Chi Canul, autor de la versión en maya de La ardilla que soñó


Hilario Chi Canul durante la presentación de los libros de ideazapato en el Multiforo Alicia [30 de enero de 2014]

Cuando leyó por primera vez los cuentos que Marcos Núñez había recopilado (en español) en varias comunidades quintanarroenses, Hilario Chi Canul supo que su labor iría más allá de la traducción a la lengua maya.

“No se puede hacer una traducción literal: echaríamos a perder el cuento. Lo que hice en la traducción fue sentarme a recordar la manera en que los abuelos contaban nuestros cuentos, para que no se lean palabras impresas sino que se vea el cuento como si el gran abuelo lo estuviera contando”.

Originario de Naranjal Poniente (Quintana Roo), Hilario Chi Canul fue monolingüe hasta los 14 años, cuando empezó a aprender el español. Actualmente es profesor e investigador de lengua maya en la Universidad de Quintana Roo y fomenta el bilingüismo en su entorno, especialmente con su hija de tres años.

Y justamente bilingüe es el primer proyecto de literatura infantil en el que participa, La ardilla que soñó. Si bien se trata de un cuento que se ha transmitido generación tras generación en maya, fue el doctor de El Colegio de Michoacán Marcos Núñez Núñez quien recopiló y transcribió, en español, el relato.

“Marcos me contactó para regresar el cuento a la lengua original”, explica Hilario Chi Canul. “Son cuentos que viven en la oralidad, no están registrados pero los mayahablantes que hemos crecido en las comunidades sabemos de su existencia. Hay muchos cuentos que nos contaban antes de dormir, antes de la cena o antes de tomar el café, de comer las tortillas tostadas...”.

Es en este contexto que Hilario Chi Canul insiste en la imposibilidad de realizar una traducción directa: “Trabajar el cuento fue revivir las palabras mayas para poder explicar ese mundo que envuelve a la ardilla, al zopilote, al sereque…, quienes nos vuelven a hacer oler a milpa o a esa cañada seca que se moja con el agua. Como narrador, estoy adentro, viviendo el cuento”.

¿Qué tanto difiere el lenguaje que usas en la versión en maya de La ardilla que soñó del maya normalizado?

En La ardilla garantizo la cuestión lingüística porque a eso me dedico; cualquier estudioso del maya puede ver la construcción sintáctica y gramatical y todos los fenómenos que suceden dentro de la lengua. Pero lo que sí cuidamos es que las palabras utilizadas y la forma de contar el cuento estuvieran en el mismo nivel de la oralidad, como si lo estuviera contando un abuelo.

Por eso hubo ajustes también en la versión en español: hacer esto en la versión en maya obliga a un cambio a la versión en español que nos va a permitir entendernos en ambos. Quisiera remarcar que la lengua maya no se hizo sumisa al español sino que hubo una especie de acuerdo.

En la versión en español encontramos varias palabras y expresiones mayas, ¿esto fue resultado del acuerdo?

Precisamente ésta fue una de mis propuestas a Marcos. El español yucateco incluye muchas palabras prestadas, hay varios estudios sobre este tema. Cuando Marcos me mandó los cuentos, estaban en español normalizado pero a mí me pareció que la lengua tenía que reflejar lo típico de aquí. Es como un escuchar.

Está la cuestión del mam, que es típica de los cuentos mayas. En cualquier cuento vamos a encontrar mam. Mam quiere decir mamá y una de las cosas que refleja es que la mujer es algo muy importante dentro de la cultura. Y aunque la ardilla pudo haber sido macho, u otros de los personajes, le tenemos que decir mam para darle ese estatus de grande, de sabia, de persona conocedora, y con sentido de respeto como se utiliza en el cuento. Esto permite vivir el cuento, imaginar ese mundo y ubicarnos en el contexto donde estamos.

¿Qué aporta La ardilla que soñó a la actual oferta editorial infantil en maya?

Yo creo que lo novedoso, lo valioso, lo importante y lo atractivo de La ardilla es que está al nivel de cualquier otra literatura. En el pueblo, a veces llegan libros de texto escritos en maya pero, por la calidad de la ilustración, la calidad de la presentación…, creo que no motivan tanto. Por eso creo que lo más importante de La ardilla es la forma en que se está presentando, la calidad del trabajo impreso. No tenemos cuentos en maya de este estilo, con un buen diseño, que el niño los pueda usar. No los encontramos.

¿Y qué terminamos haciendo? Hablo de mi caso: terminamos comprando cuentos de Disney, de la Sirenita, de Mickey Mouse… Lo que he hecho, en mi caso, es contar el cuento en maya. Mi hija tiene tres años y todavía no lee el texto pero sí las imágenes. Entonces, contarle el cuento en maya permite a mi hija recrear su mente y ver a Mickey Mouse contado en maya.

Hay algunas instituciones del gobierno, como el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, que hacen producciones, pero alcanza lo que alcanza. Han hecho algunas acciones de revitalización lingüística entrando a las comunidades y presentando libros de adivinanzas y cuentos. Llegan, van, leen… Pero no tenemos mucho; de hecho, hasta donde yo he conocido, La ardilla va a ser el primero que se hace de esta forma que nos va a llevar, a mi parecer, a ganar lectores.

¿En general, la respuesta de la gente es buena? 

Ah, claro. Una de las cosas que está en nuestra mente es ir a presentar La ardilla que soñó en San Andrés, donde se recopiló. Sería bonito ir, hacer la presentación y decirles a don Pablo, a don José, o a los contadores de cuentos, a los abuelos que están allí: “Ahora tenemos un mundo que conocemos”. Y ahora este mundo vamos a poder leerlo, verlo, tocarlo, disfrutarlo con la familia… Y los abuelos van a decir: “Nuestro cuento vale, cuenta, está aquí en mi comunidad y está abierto al público y está abierto en todos lados.

Esto permite recuperar la autoestima de la gente sobre su lengua y su cultura y sobre todo ese legado que está detrás del cuento: ese mundo mágico y esas enseñanzas. Porque trae un montón de cosas de saberes comunitarios y de la formación del ser humano. Los cuentos mayas se crean para decir algo, para expresar algo, para enseñar algo, para prevenir algo.

Y otra cosa muy importante también: mejorar el aprendizaje del español, porque los niños pueden estar viendo lo que se dice en lengua maya y lo que se dice en español. Estoy seguro de que puede servir para las escuelas.

Hablas de recuperar la autoestima por la lengua y el legado oral; ¿significa que la lengua maya está en declive? 

A los 14 años, cuando salí de mi comunidad, yo era monolingüe en lengua maya. Entonces sólo había dos personas en mi pueblo que hablaban español. Ahora, los niños que siguen, a la vuelta de 15 años, no sólo son bilingües sino que se están volviendo monolingües en español.

Muchos sobrinos míos ya no están hablando maya. Con uno de ellos ahora me comunico en maya a través de WhatsApp y me da mucho gusto ver que empieza a interesarse. Y él mismo dice: “Si mis padres me hubieran enseñado, no estaría yo en este problema”.

Pero tampoco es culpa del padre. También tenemos que ver todo el proceso del nacionalismo que existió y que quería ver a todo un país con una sola lengua y una sola cultura, cosa que no ha sido posible. Señalar y decir a alguien que tiene pena de hablar su lengua sin conocer la situación personal, pues molesta.

¿Qué es lo que sucede? El padre de familia (estoy hablando de mis investigaciones realizadas) dice: “Mis hijos están reprobando la escuela”. La escuela dice: “Es que los mayitas no son buenos para la escuela; es que no hablan español”. Entonces, el padre, con toda la pobreza de su español y las dificultades, empieza a hablar y a criar a sus hijos en español, como pueda. Le han hecho creer que si el niño no habla español no es bueno en la escuela. Y que si habla maya no va a poder aprender bien español, porque va a ser como ese español yucateco que aparece en la ardilla.

Sin embargo, ahora muchas políticas han ido cambiando. Existen leyes y existen espacios, pero no se están usando o no se están promoviendo. Ahora ya no hay ningún pretexto para decir que hay discriminación o que la lengua no sirve, es momento de que el mayahablante hable su lengua. Que vaya a cualquier institución y haga uso de su lengua y obligue a que estas instituciones tengan que prestar sus servicios a través de la lengua que se habla en el contexto. Esto ya es un derecho que está fuera de discusión, sólo hay que usarlo.

¿Qué más podemos hacer para revitalizar la lengua maya? 

Yo creo que el trabajo está en esto, en hacer útil la lengua en todos los espacios donde se le ha negado, me refiero a la escuela y a las instituciones. También en la radio, en la televisión. Que se maneje la lengua en todos los aspectos de la vida. Que se manejen ambas; este país debería ser bilingüe.

Valoro las campañas que se hacen del amor a la lengua, pero a veces hay cosas que no conocemos: el concepto de amor maya es diferente. Entonces ahí nos encontramos con un choque de ideales, cuando lo que quizá podemos hacer es lo que ocurre con La ardilla: hacer un cuento que responde a una realidad, implicar a la gente y compartirlo en la comunidad.

Creo que en este trabajo ya está implícito eso que buscamos de que se ame a la lengua. Y esto va a fortalecer el trabajo de muchas instituciones que están allá trabajando y que creo que están aportando bastante, sólo que el camino creo que hay que verlo por este lado, en hacer cosas prácticas, útiles, en donde la lengua maya se mueva y demuestre que está al nivel de cualquier otra lengua.

Y por otro lado, ojalá haya más editoriales y más oportunidades. Estoy seguro de que hay muchas personas que están haciendo lo mismo pero igual no encontramos ese espacio para publicar. Yo creo que otra de las cosas que podría hacer la editorial es ir incluyendo esos cuentos con sus DVD de audio o sus videos o algo así como esa magnífica presentación que se hizo, actuada y con todo. Creo que esto atrae bastante y va a contribuir inclusive al aprendizaje de la lengua maya.