Los amigos y conocidos de José Revueltas cuentan que el escritor mexicano, en reuniones y celebraciones, solía convertirse en el centro de atención gracias a las anécdotas que explicaba y que provocaban las risas entre los invitados.
Una de estas historias fue la que inspiraría, años después, a su amigo Enrique González Rojo Arthur para escribir el poema que ahora publica ideazapato en una versión comentada por José Manuel Mateo e ilustrada a todo color por Santiago Solís.
Discurso de José Revueltas a los perros en el Parque Hundido recrea el día en que Revueltas se dirigió a los perros callejeros que, muertos de hambre, llegaban a disputarse su torta recién comprada en el jardín Luis G. Urbina, más conocido como Parque Hundido.
“Compañeros canes:
Aprovecho esta concentración
para tomar por asalto la palabra
y decirles mi desdén, mi resistencia, mi furia
por la vida de perros
a que se les ha sometido
y que ustedes aceptan sumisamente
con una larga, peluda y roñosa
cobardía entre las patas”.
Con este libro, ideazapato no sólo muestra la cara menos conocida de Revueltas y la relación que existe entre los grandes autores mexicanos y la cultura popular, sino que rinde homenaje a una larga tradición narrativa de predicación en espacios públicos, en la que ocupan un lugar destacado san Francisco de Asís y san Antonio de Padua.
Otro aspecto poco conocido de Revueltas: durante su infancia y juventud, fue aficionado a leer vidas de santos. Por esto, no sería tan descabellado pensar que era conocedor de esta tradición…
lunes, 24 de marzo de 2014
martes, 18 de marzo de 2014
“Llegué a Zirahuén buscando la sirena”
Entrevista con Berenice Granados, autora de la edición de La jícara y la sirena
Fue al mudarse a Morelia, tras casi diez años recopilando historias de tradición oral en distintas zonas del país, que Berenice Granados escuchó hablar de la sirena del lago de Zirahuén. Inmersa en una tesis sobre entidades femeninas, la maestra en Letras Mexicanas por la UNAM no dudó en acercarse a ella. “Así llegué a Zirahuén: buscando la sirena”.
Fue al mudarse a Morelia, tras casi diez años recopilando historias de tradición oral en distintas zonas del país, que Berenice Granados escuchó hablar de la sirena del lago de Zirahuén. Inmersa en una tesis sobre entidades femeninas, la maestra en Letras Mexicanas por la UNAM no dudó en acercarse a ella. “Así llegué a Zirahuén: buscando la sirena”.
Después de presentarse con las autoridades del
pueblo de Zirahuén y lograr un primer contacto con los habitantes en la zona
del muelle turístico, Berenice Granados llegó al barrio de pescadores.
“Supuse que los pescadores tendrían muchos relatos
sobre la sirena, que era lo que a mí me interesaba trabajar. Y sí,
efectivamente, el tema de la sirena (o el tema del lago o de la jícara) está
siempre presente. Yo les preguntaba sobre sus historias de vida y en la
conversación siempre terminaba saliendo el lago”.
En su investigación, Berenice Granados trata de
hallar el sustrato prehispánico que queda en las historias sobre la que parece
ser la única sirena de la zona lacustre de Michoacán.
A pesar de que la figura de la sirena responde a
cánones occidentales (ya que, en Mesoamérica, las mujeres acuáticas tenían más
bien rasgos de serpiente), la investigadora ha hallado en ella rasgos comunes
con deidades prehispánicas, como la relación con el agua, la incesante búsqueda
de víctimas o su fuerte carga sexual.
Además de la investigación, las conversaciones con
los habitantes de Zirahuén llevaron a Berenice Granados a iniciar otro
proyecto: La jícara y la sirena, el libro para niños publicado por ideazapato que incluye doce relatos sobre el encanto del lago.
¿Por
qué hay siete narradores en La jícara y
la sirena?
Son siete vecinos del pueblo de Zirahuén. De
alguna manera, quería que se viera reflejado el trabajo en campo, las distintas
voces de los narradores, de la gente que te va contando cosas. Cuando haces
trabajo de campo, conoces a mucha, mucha gente que te cuenta cosas de lo más
distintas. Entonces, es como ir haciendo una especie de tejido para encontrar
un significado.
Y para
mí también era muy importante que de alguna manera se viera reflejado ese
ámbito oral que, de repente, como escritores o investigadores, dejamos de lado.
Me interesaba que se leyera cómo habla la gente, tratar de transmitir esto. Y
por esto fue que se presentó así.
Entre
los distintos narradores, ¿te encontraste con versiones contradictorias?
Pues
fíjate que no. Más bien se complementan las historias, como se puede ver en el
librito. Al parecer, el lago se manifiesta en una jícara y también en una
sirena, y ambas figuras tienen exactamente la misma función: atraer a los
hombres, a las víctimas sacrificiales. Suena medio feo y medio fuerte para los
niños pero, vaya, es el trasfondo de todo esto, la víctima es sacrificial.
¿Por
qué decidiste proponer la creación de un libro para niños con esta temática?
Recuerdo
que a mí me gustaban mucho estas historias como de terror y misterio. Y ahora
es algo que suelo practicar con mis sobrinos: les cuento historias, leyendas y
todo lo que encuentro en el trabajo de campo. Me gusta mucho cuando abren los
ojos y se emocionan con estas historias. Y éste era también un poco el
objetivo. A veces las historias para niños me parecen como muy ñoñas; yo quería
una historia como las que hacen que mis sobrinos abran los ojos o las que me
impedían dormir de niña. Que fuera más real el asunto.
De los
distintos relatos que conforman La jícara y la sirena, ninguno
habla de Eréndira, la princesa purépecha que terminó convertida en sirena tras
un largo sufrimiento por amor. ¿Por qué no aparece esta historia en el libro?
La de
Eréndira es una leyenda que enseñan sobre todo en las primarias. Esta leyenda
fue extraída de un libro de un autor de finales del siglo xix, Eduardo Ruiz. Es una leyenda de
corte romántico, con una princesa, Eréndira, que se enamora de un príncipe,
Tanganxoan. Tanganxoan es un personaje histórico; Eréndira es más bien un
personaje de ficción del mismo Eduardo Ruiz. Es una leyenda que se ha divulgado
y, como aparece en un libro, los maestros la toman como la historia oficial del
lago.
Por eso
no la tomé. Sí, está presente, los niños de hecho se la aprenden y te la
cuentan en el muelle turístico a cambio de unos pesos, pero cuando tú hablas
con la gente mayor y preguntas por esta leyenda y si sus abuelos se la
contaban, te dicen que no. O sea, es un elemento externo al lago de Zirahuén.
Los
relatos de La jícara y la sirena
forman parte de una investigación más amplia que estás realizando. ¿Con qué otras
entidades estás trabajando y qué tienen en común con la sirena de Zirahuén?
Para mi
tema de doctorado estoy trabajando con entidades femeninas, muchas de las
cuales están vinculadas con el agua. Empecé con Xtabay, en Quintana Roo. Es una
entidad que se aparece a los hombres, los lleva a los cenotes, los ahoga, los
ahorca… Después de eso empecé a trabajar con la Llorona, que es una entidad que
está íntimamente vinculada con el agua, los ríos, el llanto…
Lo que
estoy rastreando son ciertos rasgos prehispánicos en este tipo de entidades que
se reproducen en los circuitos orales de pueblos y comunidades. Cada una tiene
rasgos característicos pero hay rasgos generales en los que coinciden: son
entidades femeninas vinculadas con el agua, regularmente les gusta matar hombres
(no mujeres), algunas de ellas están íntimamente vinculadas con la noche y con
la luna llena… Tanto Xtabay como la Llorona sólo aparecen durante la noche; en
el caso de la sirena no es así sino que más bien se la ve de día, pero los
pescadores te dicen que es muchísimo más factible pescar en noche de luna
llena.
¿Cómo se descubren los rasgos prehispánicos
que tienen las entidades actuales?
Se
puede hacer un trazado casi lineal, histórico, entre entidades femeninas
prehispánicas y las entidades actuales. Es el caso de Xtabay, la cual está
vinculada con dos deidades mayas. Una es Ixtab, que es la diosa de la cuerda;
la otra es Tabay, una entidad de la casa.
Y la
sirena, por otro lado, podría estar vinculada con Cueravaperi y Xaratanga. Al
igual que la sirena, Xaratanga es una entidad muy vinculada con la sexualidad,
como se puede observar en diferentes fuentes históricas, por ejemplo en la
relación de Michoacán o en la relación del padre Ramírez, de 1540 una y de 1580
la otra.
Los
sitios de culto eran muchas veces estos lagos, donde se echaban las víctimas
sacrificiales para otorgarlas a la diosa. Estas diosas prehispánicas están
vinculadas con lo agrícola y con un rasgo maternal muy marcado pero a la vez tienen
una carga sexual bastante fuerte.
En el
caso de la Llorona también se puede ver la relación: está vinculada con unas
deidades llamadas cihuateteo, que son las mujeres muertas en el parto y, sobre
todo, con Coatlicue, que es la diosa madre.
Creo
que por ahí va la traza. Claro está, han pasado muchísimos siglos y se mezclan
otras tradiciones, como las europeas. Pero centrándonos en la sirena podemos
ver que hay otras sirenas presentes en las distintas tradiciones: entre los
otomíes se les llama xumfo dejé, y se les lleva ofrendas a los manantiales, con
una ritualidad mucho más explícita que en Zirahuén, donde ya se ha perdido la
lengua purépecha. Entonces, por ahí va el trazado de todo esto, es donde quiero
llegar. Y también a concluir que finalmente estas estructuras síquicas están
presentes no sólo en México sino que hay figuras de este tipo en muchos otros
lados: la Ondina, la Lorelei germana…
¿Hay
sirenas en otros lagos de Michoacán?
Fíjate
que no. Al principio pensé que si había sirena en Zirahuén a lo mejor en
Pátzcuaro, por ejemplo, también habría otra. Pero no, no es así.
En
Zacapu dicen que hay una dueña de los manantiales pero no he ido todavía a
trabajar esa zona, voy a ir poquito a poco. También me han dicho que en la
costa hay una parte, el faro de Bucerías, donde hay una sirena. Pero ya es zona
nahua. Tampoco me he dado todavía una vuelta por allá. Pero en la zona lacustre
(Pátzcuaro, Cuitzeo y demás), sólo existe la sirena de Zirahuén.
Más información sobre La jícara y la sirena: https://www.kichink.com/buy/320419/ideazapato/la-jicara-y-la-sirena
Más información sobre La jícara y la sirena: https://www.kichink.com/buy/320419/ideazapato/la-jicara-y-la-sirena
martes, 11 de marzo de 2014
La jícara y la sirena: donde la oralidad y la letra impresa se dan la mano
Quienes teman que, al plasmar las historias en papel, se pierda la esencia de la tradición oral deberán dar una oportunidad a La jícara y la sirena, la recopilación de relatos sobre el lago de Zirahuén publicada recientemente por ideazapato.
Y es que la encargada de la investigación, recopilación y edición, Berenice Granados, logra no sólo mantener los rasgos de oralidad del lenguaje –lo que otorga al libro un estilo muy particular- sino hacer evidente que voces distintas pueden entretejerse para conformar un solo relato.
Siete vecinos del pueblo de Zirahuén son quienes narran los doce relatos que avanzan desde los orígenes del lago hasta los encuentros desafortunados que algunos hombres (no mucho tiempo atrás) han tenido con el mismo.
“Entonces, si algún muchacho se ahogaba, el lago se silenciaba… silencito, el lago. Por eso ya nosotros empezamos a creer que sí es encanto, la laguna es un encanto”, explica Fernando Calvillo, un pescador de 52 años.
Relato a relato, La jícara y la sirena cuenta como -ya sea en forma de sirena, de jícara o logrando engañar a los pescadores con fabulosas pescas- la laguna atrae a los hombres hacia la profundidad para no permitirles regresar nunca más.
Las historias van acompañadas de ilustraciones del artista de Querétaro Ezekiel. Con pluma y sobre papel de laboratorio, Ezekiel retrató cada uno de los relatos con los trazos detallados que definen su estilo. Los tonos sepia con los que coloreó su obra terminan de dar el halo de misterio que desprende el conjunto de los relatos.
La jícara y la sirena, recomendado a partir de diez años, surgió a partir de una investigación más amplia de Berenice Granados, Deseo y muerte: entidades femeninas acuáticas mesoamericanas. Mitos, ritos e iconografía, y fue uno de los dos proyectos seleccionados en la convocatoria lanzada por ideazapato en 2013.
Y es que la encargada de la investigación, recopilación y edición, Berenice Granados, logra no sólo mantener los rasgos de oralidad del lenguaje –lo que otorga al libro un estilo muy particular- sino hacer evidente que voces distintas pueden entretejerse para conformar un solo relato.
Siete vecinos del pueblo de Zirahuén son quienes narran los doce relatos que avanzan desde los orígenes del lago hasta los encuentros desafortunados que algunos hombres (no mucho tiempo atrás) han tenido con el mismo.
“Entonces, si algún muchacho se ahogaba, el lago se silenciaba… silencito, el lago. Por eso ya nosotros empezamos a creer que sí es encanto, la laguna es un encanto”, explica Fernando Calvillo, un pescador de 52 años.
Relato a relato, La jícara y la sirena cuenta como -ya sea en forma de sirena, de jícara o logrando engañar a los pescadores con fabulosas pescas- la laguna atrae a los hombres hacia la profundidad para no permitirles regresar nunca más.
Las historias van acompañadas de ilustraciones del artista de Querétaro Ezekiel. Con pluma y sobre papel de laboratorio, Ezekiel retrató cada uno de los relatos con los trazos detallados que definen su estilo. Los tonos sepia con los que coloreó su obra terminan de dar el halo de misterio que desprende el conjunto de los relatos.
La jícara y la sirena, recomendado a partir de diez años, surgió a partir de una investigación más amplia de Berenice Granados, Deseo y muerte: entidades femeninas acuáticas mesoamericanas. Mitos, ritos e iconografía, y fue uno de los dos proyectos seleccionados en la convocatoria lanzada por ideazapato en 2013.
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