Con una sola pluma y sobre papel de laboratorio caducado, el queretano Ezekiel realizó las ilustraciones a las que después daría color en digital para el que ha sido su primer libro, La jícara y la sirena.
Aunque nunca ha dejado de dibujar, su trayectoria profesional ha ido más del lado del grafiti y el muralismo, ámbitos en los que, desde proyectos colectivos, trabaja en dar más importancia al contenido de las obras y no sólo a la técnica.
En el conjunto de su obra, el artista visual reconoce la influencia que ha tenido la obra del grabador mexicano Manuel Manilla, antecesor de José Guadalupe Posada.
“Sus ilustraciones me gustan mucho porque hablan de un México que no conocí, de entre 1700 y 1800. A mí, todas las ilustraciones que remontan al pasado me intrigan demasiado y me llaman mucho la atención. Creo que en todo mi trabajo, como pintor y como ilustrador, siempre he tratado de dar esa sensación como de viejito. Lo viejito no sé qué me da, pero me gusta”.
Fiel a su estilo, Ezekiel comenta que trató de remontarse a su infancia y recordar los libros que le gustaban. Reconoce que algunos de los relatos fueron difíciles de ilustrar; sin embargo, explica que trató de tomar los símbolos más representativos sin dejar de apegarse a la narrativa. “Y empecé a hacer trazos y más trazos y empezó a salir”.
¿Cómo realizaste estos trazos?
Con un tipo de pluma, como un bolígrafo, sobre un papel de laboratorio que encontré en una bodega. Trabajaba en una bodega de medicamentos y había montones de papel de laboratorio que caducó, quedó obsoleto, y pedí que me lo vendieran. Ahora tengo mucho papel y es sobre él que trabajo. Dibujo con pluma y ya que tengo todo el dibujo, lo paso al digital y en digital lo coloreo.
Cuando me pasaron el texto y lo leí, me di cuenta de que no es la historia bonita en que gana el príncipe. Más bien es una historia de terror. Me acuerdo, cuando yo era niño, que iba a visitar a familiares que vivían fuera de la ciudad, y ahí se suelen contar mucho este tipo de historias. Y cuando eres niño, quizá no es terror pero hay algo enigmático que te pone medio nervioso. Entonces, según yo, mis ilustraciones, por el tipo de trazo o por el estilo o por la atmósfera que quiero desarrollar, quedaban con la historia.
La jícara y la sirena fue tu primer libro como ilustrador, ¿qué destacarías de la experiencia?
Me sentí muy contento por haber trabajado en él pero la verdad es que era novato en esto. Creo que este libro, como fue el primero, fue un primer ejercicio dentro del sector, pero claro que ya estoy pensando cómo va a ser el siguiente. Con un amigo solemos hacer pruebas: él escribe y desarrolla historias y yo trato de ilustrarlas. A la próxima oportunidad que tenga, quizá voy a seguir con el mismo estilo pero a la vez voy a tratar de pasar este primer libro.
¿Cómo se dio tu entrada en el sector editorial?
Toda la vida he dibujado, desde niño. Por la secundaria empecé a agarrar esta onda de pintar grafiti; luego entré a la universidad, fui adquiriendo conocimientos más universales del arte y empecé a hacer murales. Y de ahí empezaron a salir proyectos muy buenos. Pero en realidad, siempre he dibujado. Por eso un día decidí ir a México, a una revisión de portafolio. Quería saber qué pensaba la gente de mi trabajo a nivel ilustración.
Entonces, fui a la revisión de portafolios pensando en conseguir algún trabajo pero una vez allí sólo me dijeron que estaba interesante y que muchas gracias. Y yo me quedé: “¿Y ahora qué?”. Pero finalmente, más adelante, me hablaron para el libro, que fue mi primer trabajo grande de ilustración. Y me siento bien.
Tuviste que trasladarte a México para presentar tu trabajo.
La verdad es que a Querétaro todavía no llegan este tipo de trabajos. De hecho, es difícil que alguien de fuera del DF tenga trabajos así. Pero Querétaro es como la extensión del DF, está creciendo mucho y todo se está desahogando aquí. Creo que este movimiento social que ocurre es una razón por la cual yo tuve este trabajo.
¿No has tenido este tipo de dificultades como muralista?
Yo trabajo con un equipo de cinco personas que hacemos un festival aquí en Querétaro de artes visuales, sobre todo muralismo y grafiti, y a veces nos cuesta. Cuando invitamos a artistas internacionales, no tienen ni la menor idea de dónde está Querétaro. De México sólo conocen el DF y los lugares turísticos. Sí, todo está muy centralizado y no hay las mismas oportunidades para todos. Por eso, parte de nuestra ética al hacer el festival aquí, en Querétaro, es que tenemos que impulsar el arte local y por esto tratamos de invitar a los artistas de aquí, que por cierto son muchos.
¿Ya había una tradición artística en Querétaro o la incentivó el festival?
Ya existía pero creo que sí se ha notado la presencia del festival.
En el conjunto de tu obra, ¿deberíamos destacar el mural o el grafiti?
Hago cuando se puede y donde se debe. A veces voy a baldíos y lugares así donde puedo hacer grafiti. Y en lugares más públicos hago los murales, a los que trato de meterle más contenido.
En un país con el pasado que tiene México, ¿cómo ve la situación un muralista actual?
Nosotros estamos bastante ocupados en el contenido. Ya sabemos que en México hay buenos pintores técnicamente y también que hay una tradición atrás muy grande del muralismo que conlleva muchas influencias. Pero estamos preocupados por el contenido, porque hay muy pocas personas que en realidad se preocupan por esto. Ahora, todo es muy mediático e inmediato; sólo es sólo el hecho de que pintes bonito y se acabó.
Por esto mismo insisto mucho en las técnicas de trabajo en equipo, colectivas, para que se empiece a formar un contenido que permita decir que en México vuelven a hacerse buenos murales.
[una muestra de trabajos de Ezekiel: http://jajajatraumwerk.
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