lunes, 14 de abril de 2014

El poema-discurso de Enrique González Rojo Arthur

Ilustración de Santiago Solís para la versión del texto de González Rojo publicada por ideazapato.

Enrique González Rojo Arthur no sólo compartió profesión e ideología con José Revueltas sino también una buena amistad. Cinco años después de la muerte del autor de Los muros del agua, González Rojo rindió homenaje a su compañero con un poema-discurso que recrea las palabras que José Revueltas dirigió a un grupo de perros callejeros muertos de hambre.

La obra, que ahora se une a la colección de ideazapato, fue publicada por primera vez en 1981 por la editorial Cuadernos Privados en un libro titulado Por los siglos de los siglos.

¿Cómo surgió Discurso de José Revueltas a los perros en el Parque Hundido?

En una ocasión, iba manejando hacia la Ciudad de México de regreso de alguna de las tareas políticas que teníamos en Zacatecas, cuando recordé la anécdota de que Pepe (así le llamábamos sus allegados) se había puesto a arengar desde un montículo del parque Luis G. Urbina de Insurgentes a una turbamulta de perros esmirriados. Claro está, presa de la pasión política de siempre. Al recordar la anécdota me embargó la risa y me puse a pensar qué le habría dicho a semejante auditorio. Al llegar al DF me puse a redactar este discurso, hijo desde luego de mi imaginación.

¿La anécdota te la explicó el mismo Revueltas?

No, me la relató Héctor Xavier, que además de un espléndido dibujante era un gran amigo de Pepe y fue precisamente quien lo acompañaba el día en que dio el discurso.

¿Cómo fueron los hechos?

Lo que ocurrió fue lo siguiente: José Revueltas y Héctor Xavier estaban conversando con un buen vino en el departamento de Revueltas en la calle de Holbein. En un momento dado, sintieron deseo de comer alguna cosa, buscar el aire fresco y despejar la mente. Abandonaron el edificio, entraron a una miscelánea que les salió al paso, compraron dos tortas y se encaminaron al Parque Hundido, donde dieron de pies a boca con varios perros dedicados a la sana tarea de vagabundear. José Revueltas, que no se encontraba muy interesado en su torta, empezó a desmenuzarla y a tirar varios mendrugos a los perros. Estos fueron concentrándose alrededor de un montículo al que subieron Pepe y Héctor Xavier. Pepe se quedó viendo al público que tenía a sus pies, le vino la inspiración y, recordando no sé si a Demóstenes o a Trotsky, soltó el discurso. Yo creo que fue un discurso muy en los carriles de la elocuencia pero, sin embargo, el único que conservamos es de mi propia cosecha.

¿El poema transmite rasgos de la personalidad o la forma de expresarse de José Revueltas?

Como tuve la fortuna de conocer a Pepe muy de cerca, de vislumbrar su modo de ser y de estar al tanto de su manera de hablar y de pensar, pude proyectar en el poema-discurso muchas expresiones, deseos e inquietudes de José Revueltas. Versos como “Ah mis pinches / mis bonitos perros / ¿qué pasó con la táctica? / ¿dónde sus olfateos de dialéctica?” son frases que podrían haber salido de sus labios sin dificultad. El verso “[hay que] darle existencia histórica a sus fauces” hace alusión a la tesis “La inexistencia histórica del PCM”, que es el núcleo fundamental de Ensayo sobre un proletariado sin cabeza. En el fragmento que dice: “Yo lo he soñado así. / En mi puño mi fuero interno mis lágrimas clandestinas / yo he pensado que llegará un día”, muestro, me parece, el carácter y los deseos profundos de Revueltas.

El lector del poema, ¿termina conociendo más a José Revueltas o a Enrique González Rojo?

Yo diría que, en diferente proporción, a los dos. El discurso está redactado por González Rojo, que no sólo se fuerza por interpretar y transcribir la posición política libertaria de Pepe sino que, sin pretenderlo, se autodefine con los ideales de su amigo y camarada. El desenlace, además, es muy mío, pero no se riñe con la manera irónica de ver las cosas de José.

¿El discurso puede considerarse vigente en la actualidad o ya tiene valor histórico?

No sé. Lo que sí puedo decir es que se trata de un poema o un discurso en que Revueltas y su intérprete ponen el dedo en una de las llagas más visibles y lamentables del México de ayer y de hoy: el triunfo del individualismo, la apatía o la indiferencia en muchos de “los de abajo” sobre la conciencia de clase y la voluntad de lucha.

¿En qué tipo de poesía encajaría Discurso de José Revueltas a los perros en el Parque Hundido?

En la nota que viene al final del libro se dice, con toda razón, que Discurso de José Revueltas a los perros en el Parque Hundido se inscribe en una larga tradición narrativa que consiste en predicar mediante relatos en espacios públicos. Como hicieron San Antonio de Padua a los peces y San Francisco de Asís a los pájaros, lo hizo José Revueltas a los perros, de un modo secular y profano, en algo que podríamos llamar una alegoría poética contemporánea.

Y dentro de la obra completa de Enrique González Rojo, ¿qué lugar ocupa el poema?

Ocupa un lugar especial porque es el único poema-discurso que he escrito, aunque en general he trabajado géneros deliveradamente híbridos. Y no me cabe la menor duda de que sí se halla relacionado con esa amplia área de mi producción que une la política de avanzada con la ironía. El desenlace del texto es una clara manifestación de ello.


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